Cáncer de mama: saber para prevenir
- Marta Diéguez
- 28 jun 2018
- 4 Min. de lectura

La muerte por cáncer de mama de la Eugenia Laprida (hija de una de las Trillizas de Oro) a los 34 años generó mucha conmoción y es un buen disparador para conocer más acerca de esta enfermedad que, detectada a tiempo, tiene un 95 por ciento de posibilidades de curación.
Se trata del tumor maligno más frecuente en la mujer y se origina por la reproducción de manera descontrolada de células anormales en la mama. A pesar de que en algunos pocos casos se conocen ciertas causas genéticas que lo provocan, en la mayoría de las veces, es de causa desconocida.
En la mayoría de los casos, afecta a las mujeres cercanas a la menopausia, aunque cada vez se lo está detectando a edades más tempranas. En cuanto al “cáncer hereditario” corresponde aclarar que en la actualidad constituye solamente entre el 5 y el 10% de todos los cánceres de mama diagnosticados y puede sospechárselo cuando aparece en familias en las que padecieron la enfermedad más de un familiar de primer grado (madre, hermana, o hija), o más de dos de segundo grado (tía, abuela); a edades tempranas (menores de 45 años); en forma bilateral (afectando a las dos mamas); en miembros masculinos de la familia (no hay que olvidar que también puede desarrollarse en el hombre; esto ocurre en una proporción de 1 en 100 en relación a las mujeres); o en ciertas etnias.
Para identificar a aquellas mujeres con este riesgo particular elevado existen ciertas determinaciones "moleculares" (genéticas) de laboratorio, pero será el médico especialista quien, luego de evaluar la historia personal y familiar de la mujer, aconseje los pasos a seguir. No se trata de un análisis que se realice de rutina.
Además del antecedente familiar y el hecho de ser mujer, hay otros factores que podrían considerarse de riesgo. En este sentido, pueden nombrarse el antecedente de exposición a radiaciones sobre el tórax (por otras enfermedades) y ciertas enfermedades “pre-malignas” de la mama que aumentan el riesgo a desarrollarlo.
Por otra parte, existen otros factores de riesgo que sí son modificables: el no haber tenido hijos y la falta de lactancia, el uso de anticonceptivos orales y de terapia hormonal de reemplazo (ambos en forma prolongada), el consumo desmedido de alcohol, grasas y el sobrepeso.
¿Puede prevenirse?
Hasta el momento no existen vacunas para prevenirlo, pero sí existen varias estrategias de prevención. La más sencilla consiste en controlar el sobrepeso, mediante la disminución del consumo de grasas y de alcohol, la incorporación de frutas y verduras a la dieta y la realización de ejercicio físico periódico. También existen medicamentos y cirugías de reducción de riesgo, pero están aceptadas solamente en grupos de alto riesgo comprobado.
Las mujeres que no presentan ningún síntoma en las mamas deben comenzar a realizar sus consultas de rutina con el médico mastólogo a partir de los 35 años. A esa edad se realizará la primera mamografía. En tanto, aquellas que presentan antecedentes familiares de cáncer de mama, deben comenzar a realizar sus controles diez años antes que la edad a la que enfermó el familiar (por ejemplo, si la madre contrajo la enfermedad a los 40 años, sus hijas deberán comenzar a realizar sus propios controles a partir de los 30 años de edad), consultar al especialista cada seis meses y realizar la mamografía anual. Las mujeres que presenten algún síntoma en la mama (por ejemplo un “bulto” o nódulo), deben consultar de inmediato a la presentación del síntoma.
La ecografía es de mucha utilidad como complemento del examen físico y de la mamografía. En mujeres de alto riesgo familiar o genético es aconsejable agregar además una resonancia nuclear magnética mamaria, también en forma anual. En pacientes muy jóvenes (menores de 25 años) con alto riesgo familiar o genético, en lugar de la mamografía, podrá utilizarse la combinación de resonancia nuclear magnética y ecografía mamaria en forma anual.
Si bien el autoexamen mamario tenía más razón de ser en épocas pasadas, en donde no existía la conciencia de la consulta periódica al médico especialista y tampoco un buen desarrollo de los métodos de diagnóstico por imagen. sigue siendo de utilidad que la mujer conozca y reconozca la constitución de sus mamas para poder consultar al notar cualquier alteración de esa normalidad. Y es recomendable para aquellas mujeres que no dispongan de la posibilidad de la consulta al especialista y la correspondiente mamografía en forma periódica. Está demostrado que los tumores detectados por el autoexamen en forma periódica son, en promedio, de menor tamaño que aquellos descubiertos por mujeres que no practican el autoexamen, o que no lo hacen con periodicidad (una vez al mes).
Signos de alerta
Cualquier nódulo o bulto en las mamas, o alteración de su forma.
Alteraciones de la piel de las mamas, tales como: retracción, induración, coloración rojiza.
Alteraciones del pezón, tales como: picazón, retracción, ulceración, sangrado u otro tipo de secreción.
Aparición de ganglios en las axilas.
Asesoró: Dr. Juan Luis Uriburu (MN 72.558). Miembro de la Asociación Argentina de Cirugía. Especialista en Mastología. Jefe de Servicio de Mastología del Hospital Británico de Buenos Aires.
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