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Alergias: cómo se producen

  • Foto del escritor: Marta Diéguez
    Marta Diéguez
  • 11 jul 2018
  • 4 Min. de lectura



La Organización Mundial de Alergia ha determinado que el 8 de julio haya sido declarado Día mundial de lucha contra las enfermedades alérgicas como una forma de prestar atención a este tipo de patologías.


La alergia es una reacción de defensa del organismo contra sustancias externas (alergenos) que penetran en el cuerpo. Esas sustancias pueden penetrar por el aparato digestivo (alimentos, medicamentos), por el aparato respiratorio (inhalantes), absorbidas por la piel (contactantes), o atravesando la piel (inyecciones, picaduras). El sistema inmune del cuerpo reconoce esas sustancias como extrañas e intenta neutralizarlas. Las personas sin alergia también las reconocen como extrañas, pero su organismo las contrarresta sin dañarse a sí mismo, mediante mecanismos llamados de tolerancia. Las personas con alergia las intentan neutralizar por mecanismos que se vuelven dañinos contra el propio organismo, y causan los síntomas de alergia.


Se llama alergenos a las sustancias capaces de provocar respuestas alérgicas. Son extrañas al cuerpo humano, y en ocasiones se dice que son inofensivas, pero no lo son, pues muchas tienen acciones químicas dañinas sobre el organismo. Casi cualquier sustancia puede ser alergénica: alimentos, medicamentos, sustancias que flotan en el aire y se respiran (como el polen, los hongos, las partículas de ácaros o la caspa de los animales), sustancias que se tocan, materiales utilizados en diversas profesiones, etc. Algunas son muy poco frecuentes y puede ser difícil identificarlas.


¿Cualquiera puede ser alérgico?

La alergia aparece a cualquier edad, aunque es más frecuente en niños y adolescentes que a otras edades, pero puede presentarse en cualquier momento de la vida, incluso en personas ancianas. Hay algunos casos (muy poco frecuentes) en que la alergia aparece durante los primeros meses del niño. Además, aparece frente a cosas que durante años se han tolerado perfectamente, como medicamentos (penicilina y derivados), frutos secos, mariscos, animales, etc.


Se puede heredar la predisposición atópica, es decir la facilidad para desarrollar alergia en general, no frente a sustancias específicas (puede ser que el padre sea alérgico a la penicilina y el hijo que nos consulta, no). La alergia aparece con más facilidad en las personas predispuestas, pero las personas sin familiares alérgicos también pueden presentarla. Si una persona está expuesta repetidamente a alguna sustancia (como por ejemplo polvillo de animales por trabajo en laboratorios de experimentación) puede terminar con alergia. Si un niño con predisposición vive desde el nacimiento en un domicilio con alfombras, muchas telas y almohadones, o numerosos peluches, puede hacerse alérgico a los ácaros del polvo.


Para hacerse alérgico se necesita al menos un primer contacto con el alérgeno y para presentar síntomas de alergia se precisa más de un contacto. En un determinado momento empieza el proceso de sensibilización: la persona va formando IgE (Inmunoglobulina E) frente a un alergeno específico. Inicialmente el nivel de esa IgE es bajo (o la cantidad de alergeno es pequeña), y la persona aparentemente está tolerando bien el antígeno. El nivel de IgE va subiendo, hasta que alcanza un nivel determinado a partir del cual el contacto con el alergeno ya desencadena síntomas. Para que se produzcan los síntomas tiene que haber suficiente cantidad de IgE y de alergeno; si la cantidad de este último es pequeña, la persona alérgica aparentemente la tolera sin problemas. Hay algunas células del cuerpo (nariz, piel, pulmón, piel, etc.) que llevan la IgE especifica a un alergeno pegada en su superficie. Si ese alergeno o uno muy parecido entra en el cuerpo, se puede unir a la IgE que lo reconoce, las células liberan una serie de componentes químicos (como la histamina), causando inflamación y se desencadenan los síntomas, a su vez, atraen a más células que prolongan la inflamación y mantienen la alergia.


¿Tienen cura?

Es importante remarcar que es el especialista en alergia el encargado de estudiar y llegar al diagnóstico de esta patología, después de una exhaustiva historia clínica, debe realiza una serie de pruebas específicas de alergia, funcionales, y pruebas para descartar otras causas. Una vez realizado el diagnóstico, se realiza el enfoque del tratamiento que consta de tres tipos de abordaje y depende de cada tipo de paciente: el de rescate o de alivio de los síntomas, el preventivo o antiinflamatorio continuo, y el etiológico o de la causa, que puede ser de evitación de alergenos y de inmunoterapia o vacunas.


La alergia puede evolucionar de distintas maneras, mejorando, empeorando, o quedarse igual. Algunos pacientes van adquiriendo nuevas alergias, o nuevos síntomas, o síntomas más agudos con el tiempo. Esta evolución depende de la predisposición individual, del grado de atopia de cada uno, y depende de que el tratamiento se realice mejor o peor. Las personas atópicas, con facilidad para desarrollar y mantener alergias tienen más dificultad para una evolución favorable. Las personas que cumplen mejor el tratamiento prescrito por su médico evolucionan mejor y tienen mejor pronóstico.


En algunos casos, la alergia puede desaparecer por completo, ya sea espontáneamente o luego de un tratamiento; en otros permanece, pero se mejoran muchos los síntomas. Incluso, hay pacientes que con el tiempo desarrollan tolerancia a la sustancia a la que tenían alergia, y no necesitan ninguna precaución especial con ella.


Asesoramiento: Dra. Noemí Aída Coe - MN 44451 - Médica de staff del Hospital Alemán - Alergia e Inmunología


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